…Adhefesio malhecho
Este 2 de mayo convirtió a Cartagena en el epicentro de una polémica anunciada ya hace varios meses. A transcaribe, le salió pariente, vaya a saber uno cual sea el grado de consanguinidad de estos, si han de ser primos en primero, segundo o tercer grado, lo cierto, es que parecen engendrados por las mismas ineficientes y paquidermas manos.
El túnel de crespo, con una inversión que ronda los 164 mil millones de pesos, prometía acallar las innumerables dudas que habían nacido junto con su proyecto, y sepultar en sus saqueos al mar, las cientas de voces contrarias que se levantaron contra la destrucción del paisaje natural y urbano. Para nadie era un secreto que la estructura, que parecía escueta y hasta endeble, presentaba graves fallas estructurales, más precisamente en la placa de concreto, para lo cual una firma extranjera, tuvo que prestar sus servicios con urgencia a fin de subsanar a como fuera lugar, garrafales errores de ingeniería cometidos por el consorcio Vía al mar.
El principal error de todo esto, es la construcción del túnel en sí misma. Nadie pidió túnel, ni puente, nadie. Esta obra, es la representación exacta del desconocimiento de las necesidades de una ciudad sumida en problemas más importantes que la construcción de otro elefante blanco. De hecho, fueron muchas las manifestaciones libradas por habitantes aledaños a la "pieza arquitectónica más bella del caribe", que pedían la clausura de una obra que traería más perjuicios, que otra cosa.
Con cerca de 6 meses de atraso, y exagerados sobre costos en la construcción, los cartageneros esperaban con ansias disfrutar de una obra que al menos, brindara garantías básicas como la seguridad, pues si te colocan a rajatabla un puente que no pediste, lo menos que esperas es que su funcionamiento aliviane el amargo sabor de boca que deja tan opulento retoño de la modernidad. Pero no, nunca fue así, y quedó demostrado ante locales y nacionales cuando a tempranas horas del día, se hicieran públicas las más profundas y obscuras sospechas, el túnel, ese del que tanto se ufanaban y daban golpes orgullosos de pecho, mostraba sus primeras grietas frente a un aguacerito que no se compara, en lo absoluto, con las torrenciales lluvias a las que está acostumbrado el litoral caribe.
Este episodio fue sin dudas, la gota que rebosó la copa, un tumbe de tamañas proporciones orquestada en las narices de una ciudad marginal como esta, es la vileza más vil de todas. Pero bueno, tal vez esperaremos a que se venga a bajo el túnel-puente para tomar cartas en el asunto.
Sea lo que sea que se haga, lo que sí queda claro en toda esta farsa, es que hemos descubierto un nuevo sinónimo para la pelléz.