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El Niágara en bicicleta

Aunque suene sarcastico y hasta gastronomico, hemos acostumbrado a la gente a desayunar morcilla con nuestros titulares.

La prensa de la ciudad está tan polarizada con el sensacionalismo, que tienden a dejar a un lado noticias positivas que reivindican el sentido de pertenencia del cartagenero promedio con la ciudad.

Resalto la labor de la campaña ‘Dilo Cartagena es lo máximo’ que implementó el año pasado El Universal incentivando la apropiación del patrimonio local.

Aunque es uno de los pocos periódicos que se preocupan por resaltar el valor de las fiestas de independencia de la ciudad, no todos los cartageneros pueden acceder a una edición impresa de este.

Por lo tanto la labor fundamental de crear conciencia en la ciudad recae sobre la prensa sensacionalista.

Es habitual encontrar personas que digan “esto no es conmigo”, “esto no me pasará a mí”, “eso solo le pasa a la gente de esos barrios”; son frecuentes los comentarios que identifican los asesinatos y muertes, con sectores de la ciudad, sectores que en su mayoría se ubican en la zona sur.

Nuestro trabajo es sensibilizar al lector para que no se muestre ajeno a la realidad, que sepa que aquello que le pasó a un habitante de Lemaitre le puede suceder tanto a una persona de Crespo como a una del Socorro o de Escallón Villa.

Metafóricamente el periodismo local se ha convertido en simples y pálidos elefantes blancos. Las noticias judiciales lo han colocado en una zona de confort en la que el periodista teme jugársela por la inclusión de noticias positivas, puesto que eso no vende periódicos.

Entonces, ¿Es conveniente apostarle al colorido de las celebraciones para llegar al lector cartagenero? Mi respuesta es sí.

Una noticia cultural –como lo es la conmemoración del grito de independencia- tiene el deber de resaltar aspectos importantes de la identidad cultural del lugar al que pertenece. Pero cuando a este hecho no se le da la suficiente atención cae redondo como una guanábana sobre la alcantarilla.

¡ALGUIEN SE APIADE DE NUESTRO PATRIMONIO! Gritan nuestras fiestas con pocas esperanzas, mientras la bilirrubina juega en pro del subconsciente mediocre del lector cartagenero.

A la prensa sensacionalista de la ciudad hay que inyectarle suero de colores, sacarle radiografía a sus esquemas escandalizadores y diagnosticarles mal de ojo, su corazón bombea galones de sangre, sangre que sirve como tinta para sus notas, notas que son el alimento de la sociedad vampirizada en la que vivimos.

Es complicado competir en un mercado de noticias que propician miedo y desconfianza en el lector de a pie. Cuando esas noticias son las que proporcionan el suero y la penicilina, las culturales, viven sin más ni menos su Niágara en bicicleta.




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